El aumento de aranceles al azúcar puede tener beneficios indirectos para la salud pública al potencialmente reducir el consumo de productos azucarados importados debido al aumento de sus precios.
En vez de verlo como un problema económico, enfatizó Ana Laura Huerta Valdovinos, diputada local, debemos de verlo como lo que es, que sea poco motivador la azúcar para los niños porque tenemos un problema grave de salud.
La legisladora por Morena, subrayó que el principal beneficio para la salud derivado del aumento de los aranceles es que los productos azucarados importados se vuelven más caros, lo que puede disuadir a los consumidores de comprarlos, disminuyendo así el consumo general de azúcar.
“La verdad lo más grave en este momento es el problema de obesidad y diabetes infantil, porque a final de cuentas las empresas de adecuan productos con menos azúcares; pero ahorita lo que se trata más bien es hacer poco incentivo el comer productos con alta azúcar, tenemos un problema grave de diabetes y obesidad que tenemos que estar cuidando, una cosa conlleva a la otra”, explicó la diputada pro Nuevo Laredo.
La presidenta de la Comisión de Comercio Exterior en el Congreso local, precisó que el consumo excesivo de azúcar añadido se asocia con diversas patologías, como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hígado graso y ciertos tipos de cáncer.
“Una posible reducción en el consumo podría mitigar la incidencia de estas enfermedades no transmisibles”.
Destacó que, una disminución en las enfermedades relacionadas con el azúcar podría, a largo plazo, reducir la carga financiera sobre el sistema de salud pública asociada con el tratamiento de estas condiciones crónicas.
La ex diputada federal, comentó que es importante notar que los aranceles al azúcar son primariamente una medida comercial diseñada para proteger la agroindustria nacional y restablecer condiciones de competencia equitativa, no una política de salud pública explícita.
El efecto en la salud depende de si la reducción del azúcar importado conduce a una disminución neta del consumo total o si los consumidores simplemente cambian a fuentes locales de azúcar u otros edulcorantes.






